domingo, 3 de enero de 2016

¿Te sientes solo? (2)

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¿Quién no se ha sentido solo? es muy común que en distintas ocasiones, aunque estemos acompañados y rodeados por muchas personas, nos sentimos solos.

Cuando vemos frustrados nuestros proyectos, cuando tomamos en la vida algunas decisiones, cuando por razón de actuar con rectitud sentimos la soledad, nos preguntamos si estamos tomando el camino correcto.

En la Palabra de Dios, el costo de las decisiones y de la fidelidad fue la soledad. Por supuesto, no hemos sido hechos por Dios para estar solos. Pero, hay momentos en que nos podemos sentir así. Sin embargo, el Señor nos promete:

Génesis 26,3: "Yo estaré contigo y te bendeciré"
Génesis 28,15: "Yo estoy contigo; voy a cuidarte por dondequiera que vayas (...) No voy a abandonarte sin cumplir lo que te he prometido"
Génesis 31,3: "Yo te acompañaré"

Dice la nota que acompaña al primer versículo que mostramos, en la versión de estudio "Dios Habla Hoy" (p 56): "En la historia de Isaac, Jacob y José se destaca, junto al tema de la bendición, la promesa de asistencia divina". De esta forma, es reiterativa la promesa de Dios de estar con nosotros, bendecirnos, cuidarnos y acompañarnos, a lo largo del libro del Génesis (y de otros textos de la Biblia),

Cuando te sientas solo, recuerda: "Dios está conmigo, me bendice, me cuida y me acompaña".

Ora con este Himno de la Liturgia de las Horas, que puede ayudarte a meditar en esta promesa:

Hoy que sé que mi vida es un desierto

Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.

Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.

Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.

Para nunca busque recompensa
al dar mi mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.

Para que no me busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra
en el desierto de mi corazón.

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