domingo, 2 de febrero de 2025

La Mano que Te Levanta: Dios Como Refugio en las Tormentas de la Vida

«Dios me tendió la mano desde lo alto, y con su mano me sacó del mar inmenso» (Salmo 17, 16).

Este versículo del Salmo 17 refleja el poder de Dios como un Salvador y Refugio inquebrantable. En el contexto teológico, el "mar inmenso" simboliza el caos, las pruebas y las dificultades que el creyente enfrenta en el mundo. Los autores de los Salmos a menudo se referían al "mar" como una metáfora de las aguas turbulentas de la vida que parecen sobrepasar nuestras fuerzas. Aquí, el salmista describe cómo Dios extiende Su mano poderosa desde lo alto, rescatando al fiel de esas profundidades, afirmando así Su fidelidad y Su cercanía.

¿Qué nos dice este versículo hoy? Nos recuerda que Dios no es un observador distante; Él se involucra activamente en nuestras vidas. Cuando sentimos que estamos en lo más profundo, sin fuerzas, Dios está ahí, listo para extender Su mano y sacarnos del "mar inmenso" de nuestras preocupaciones. Este versículo nos invita a la esperanza, sabiendo que no importa cuán grandes o intensas sean nuestras tormentas, Dios siempre está presente para brindarnos Su rescate.

Para ilustrarlo, piensa en la historia de un joven pescador que, atrapado en una tormenta en altamar, perdió toda esperanza de regresar a salvo. Las olas eran demasiado fuertes, y el viento lo arrojaba cada vez más lejos de la costa. En medio de su desesperación, vio una luz a lo lejos: era un barco que había salido en su búsqueda. Al alzar la vista y ver esa mano que se extendía para ayudarlo, el joven entendió que no estaba solo y que la ayuda había llegado cuando más la necesitaba. Como el pescador, nosotros también necesitamos esa mano que nos rescate en nuestros momentos de oscuridad y desesperanza.

Hoy, si sientes que el mar inmenso te sobrepasa, no dudes en pedir ayuda y abrir tu corazón. Dios está ahí, esperando tenderte Su mano. Confía en que Él te sacará de las profundidades y te llevará a un lugar seguro. Que esta promesa sea tu refugio y que encuentres paz al saber que, en los momentos más difíciles, Dios es quien te levanta. 

domingo, 19 de enero de 2025

Recibir al Otro es Recibir a Dios: La Esencia de la Hospitalidad Divina

 «El que los recibe a ustedes [mis discípulos, mis amigos], me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió [Dios]» (Mateo 10, 40).

En este versículo de Mateo, Jesús habla directamente a sus discípulos, explicándoles una verdad esencial: cuando alguien los recibe y acoge, en realidad, está acogiéndolo, y, a través de él, al Padre que lo envió. Esta enseñanza es mucho más que un mensaje de cortesía o una invitación a la hospitalidad. Jesús revela un principio espiritual profundo: recibir al otro, especialmente al que viene en Su nombre, es un acto de comunión con Dios.

Hoy, esta enseñanza de Jesús sigue viva. Nos recuerda que cada persona que encontramos en el camino lleva algo de Dios. En cada rostro, cada historia y cada necesidad, está presente una oportunidad de servir a Cristo mismo. Este versículo nos invita a ver al otro con una mirada de amor y respeto, sin importar quién sea. Así, recibir a alguien en nuestra vida, con un corazón abierto y una disposición genuina, es una manera de honrar y recibir a Dios.

Para ilustrarlo, te cuento una historia. Un anciano misionero que vivía en una aldea solitaria recibía siempre a los viajeros que pasaban, ofreciéndoles comida y refugio. Un día, una familia llegó a su puerta buscando ayuda. El anciano no solo les dio albergue, sino que los trató como a sus propios hijos. Años después, uno de esos niños regresó, ya convertido en un hombre de bien, y le dijo: "Nunca olvidaré cómo me recibiste sin preguntar quién era. Ese día, para mí, tú fuiste como un ángel". Al final, el anciano entendió que, en su pequeño acto de acogida, Dios se había hecho presente.

Cada día, tú y yo tenemos la oportunidad de ser ese anciano. Hoy, recibe a alguien en tu vida con un corazón abierto, sin juzgar ni esperar nada a cambio. Quizás en esa simple bienvenida, estés recibiendo mucho más de lo que imaginas: estés recibiendo a Dios mismo.

Julián Humberto Ramírez Urrea

sábado, 11 de enero de 2025

Dios no te abandona

 «… salvará al pobre que suplica y al necesitado que no tiene quien lo ayude» (Salmo 71, 13)


Este versículo del Salmo 71 es un recordatorio de la fidelidad de Dios hacia los más vulnerables. En el contexto teológico, el salmista describe a Dios como el protector y salvador de aquellos que no tienen otro recurso. En la antigüedad, los pobres y desamparados no solo carecían de posesiones materiales, sino que también estaban privados de apoyo social y de defensa en la comunidad. En un mundo que fácilmente dejaba atrás a los más frágiles, el mensaje de este Salmo es revolucionario: Dios no es indiferente, Él escucha sus súplicas y se convierte en su ayuda.

Hoy, este versículo nos habla directamente, recordándonos que Dios sigue atento a cada corazón que sufre, a cada alma que clama en su soledad. Él es un Dios que no abandona, especialmente a los que no tienen quien los ayude. Nos invita a confiar en Su promesa de auxilio, entendiendo que, en medio de nuestras dificultades, tenemos una mano amiga y un refugio seguro en Él. Es una llamada a la esperanza en que Su amor nos sostiene, incluso cuando sentimos que hemos perdido el apoyo humano.

Para ilustrarlo, recuerda la historia de un anciano que vivía solo en una aldea lejana. Este hombre, al que pocos conocían, sobrevivía con lo poco que tenía. Un día, en medio de una fuerte tormenta, la única vía que conectaba su casa con el pueblo fue bloqueada. El anciano, sin medios para comunicarse y sin alguien a quien acudir, pensó que ese era su fin. Pero, inesperadamente, una pareja de desconocidos que pasaba por la zona lo vio desde lejos y acudió en su auxilio, trayendo comida y ayudándolo a despejar el camino. Para el anciano, fue un milagro; sintió que Dios había enviado ayuda cuando no había nadie más.

Hoy, tú también puedes ser la mano de Dios para alguien que lo necesite. Cuando veas a alguien en necesidad, acércate con una actitud de ayuda y generosidad, porque quizás en ese acto sencillo estés cumpliendo la promesa divina de ayuda y sostén. Y si eres tú quien se encuentra necesitado, no pierdas la esperanza: Dios no olvida a los suyos, y Su auxilio puede venir de maneras inesperadas.

sábado, 1 de abril de 2017

Cuando el futuro se torna incierto...

“¡Despierta! ¡Ven a mi encuentro y mira! … En ti estaré protegido, Dios mío, pues tú eres mi fortaleza y protección. El Dios que me ama vendrá a mi encuentro… tú has sido mi protección, mi refugio en momentos de angustia...A ti cantaré himnos, Dios mío, pues tú eres mi fortaleza y protección; ¡tú eres el Dios que me ama!” (Salmo 59. Versículos 4,9,10,16 y 17).

Quizá hoy sea uno de esos días en que las noticias no ofrece consuelo. Tampoco ese viejo libro que está en tu mesa de noche aporta tranquilidad. La última conversación con uno de tus mejores amigos tampoco mejoró las cosas.

Fue otro día de quejas, de lamentos… quizá.

Es cierto: hay momentos que quisiéramos decir como el salmista: "¡despierta Señor, ven pronto a rescatarme!", porque nos sentimos tan frágiles, tan débiles, tan expuestos a distintos peligros.

Sin duda, los momentos de inseguridad e incertidumbre, se nos vuelven una constante a lo largo de los días. Es por eso que el mensaje es muy claro: sólo en Dios encontramos nuestra protección, pues Él es nuestra fortaleza. Dios nos ama y por eso viene a nuestro encuentro.

Cuando a lo largo de nuestras vidas recordamos los momentos de angustia y tribulación podemos notar con claridad cómo Dios ha sido nuestro refugio porque es nuestra fortaleza y protección.


No importa cuán complicado sea el camino que estás recorriendo o qué tantas preocupaciones tengas en mente. Aunque el futuro se muestre como algo incierto, recuerda: el Dios que nos ama, nos fortalece y nos protege.

domingo, 27 de marzo de 2016

¿Por qué confiar en Dios? (2)


Salmo 117:7                  
"El Señor está conmigo; él me ayuda"
Isaías 43:1b
"No temas, que yo te he libertado; yo te llamé por tu nombre, tú eres mío"
Isaías 43:2
"Si tienes que pasar por el agua, yo estaré contigo, si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás, las llamas no arderán en ti"
Isaías 43:5
"No tengas miedo, pues estoy contigo"
Salmo 113b:9
"Confíen en el Señor! Él nos ayuda y nos protege"

En las crisis de fe, podemos preguntarnos, ¿por qué habría de confiar en Dios?; a menudo nos confunden nuestras decepciones de las personas y las instituciones y buscamos responsabilizar a Dios... 

Lo cierto es que Dios nunca defrauda. Pueden defraudarnos nuestros seres queridos, las organizaciones e instituciones en que hemos confiado, nuestros propios amigos... pero Él, es el amigo que nunca falla. 

No solo Dios está con nosotros, sino que también nos ayuda. Su mano siempre está presente, aún en los momentos de dificultad. A veces esto es difícil de ver, pero cuando repasamos los momentos dolorosos de nuestra historia, podemos constatar la presencia decisiva de nuestro Padre. 

Confiamos en Dios, porque nos ha liberado y nos tuvo en cuenta, porque nos llama por nuestro nombre y somos sus hijos. Confiamos en Dios porque está presente en cada desafío y en cada oportunidad de la vida... nos acompaña en los momentos de lágrimas, sudor y sangre que tiene nuestra pequeña existencia. 

Hoy, estas promesas de Dios nos invitan a no tener miedo y a confiar... confiar porque es Dios que ayuda y protege; no es Señor de señores solo porque sea Dios, sino porque Ayuda y Protege a todo el que en el confía. ¡Su confiabilidad va de la mano de la acción!

domingo, 7 de febrero de 2016

¡Reclama las Promesas de Dios! (libro del Génesis)

Promesa de Cuidado y Solicitud de Dios para con nosotros:
Génesis 28:15. "Yo estoy contigo; voy a cuidarte por dondequiera que vayas, y te haré volver a esta tierra. No voy a abandonarte sin cumplir lo que te he prometido".

Una vez más, el Señor en el libro del Génesis nos aclara su presencia. Es fácil perder de perspectiva Su ayuda y Su solicitud cuando estamos cansados, enfermos, ocupados o preocupados; sin embargo, contribuiría mucho a nuestra paz y serenidad recordar estas palabritas: "Dios está conmigo, Dios me cuida". Nuestros intereses, son Sus intereses y nuestras inquietudes son Sus inquietudes.

Promesa de la Venida de Jesús:
Génesis 3:15. "Haré que tú y la mujer sean enemigas, lo mismo que tu descendencia y su descendencia. Su descendencia te aplastará la cabeza, y tú le morderás el talón" (“La tradición cristiana ha visto en esta mención de la descendencia de la mujer una velada referencia al Mesías en su lucha contra Satanás y en su victoria final sobre las fuerzas del mal” - nota de estudio Dios Habla Hoy")

En este texto los Padres de la Iglesia, tradicionalmente han visto una alusión directa al papel de María y la llegada de Jesús. Es bonito pensar que la idea de Dios en su proyecto de salvación, al enviarnos a su hijo Jesús, no fue una ocurrencia. El Señor había contemplado enviar a Su Hijo, mucho tiempo antes de su llegada. De ahí que podríamos extraer también el tema del "tiempo de Dios": Dios actúa en su tiempo, porque "el camino de Dios es perfecto".

Promesa al Pueblo de Dios:
Génesis 12:2. "Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás una bendición para otros"

En otro pasaje de este blog habíamos meditado este texto. Lo retomamos, para hacer énfasis en la primera parte del versículo: los descendientes de Abraham (que somos todos), formamos una gran nación que es el Pueblo de Dios. Hacemos parte del Pueblo de Dios, una nación "santa y consagrada". Hacemos parte de los elegidos por Dios, para hacer las necesarias transformaciones que Él y nosotros queremos.

***
¿Cuál de las promesas anteriores quieres reclamar hoy?

domingo, 3 de enero de 2016

¿Te sientes solo? (2)

Quizá pueda interesarte también: ¿Te sientes solo?

¿Quién no se ha sentido solo? es muy común que en distintas ocasiones, aunque estemos acompañados y rodeados por muchas personas, nos sentimos solos.

Cuando vemos frustrados nuestros proyectos, cuando tomamos en la vida algunas decisiones, cuando por razón de actuar con rectitud sentimos la soledad, nos preguntamos si estamos tomando el camino correcto.

En la Palabra de Dios, el costo de las decisiones y de la fidelidad fue la soledad. Por supuesto, no hemos sido hechos por Dios para estar solos. Pero, hay momentos en que nos podemos sentir así. Sin embargo, el Señor nos promete:

Génesis 26,3: "Yo estaré contigo y te bendeciré"
Génesis 28,15: "Yo estoy contigo; voy a cuidarte por dondequiera que vayas (...) No voy a abandonarte sin cumplir lo que te he prometido"
Génesis 31,3: "Yo te acompañaré"

Dice la nota que acompaña al primer versículo que mostramos, en la versión de estudio "Dios Habla Hoy" (p 56): "En la historia de Isaac, Jacob y José se destaca, junto al tema de la bendición, la promesa de asistencia divina". De esta forma, es reiterativa la promesa de Dios de estar con nosotros, bendecirnos, cuidarnos y acompañarnos, a lo largo del libro del Génesis (y de otros textos de la Biblia),

Cuando te sientas solo, recuerda: "Dios está conmigo, me bendice, me cuida y me acompaña".

Ora con este Himno de la Liturgia de las Horas, que puede ayudarte a meditar en esta promesa:

Hoy que sé que mi vida es un desierto

Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.

Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.

Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.

Para nunca busque recompensa
al dar mi mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.

Para que no me busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra
en el desierto de mi corazón.