sábado, 11 de enero de 2025

Dios no te abandona

 «… salvará al pobre que suplica y al necesitado que no tiene quien lo ayude» (Salmo 71, 13)


Este versículo del Salmo 71 es un recordatorio de la fidelidad de Dios hacia los más vulnerables. En el contexto teológico, el salmista describe a Dios como el protector y salvador de aquellos que no tienen otro recurso. En la antigüedad, los pobres y desamparados no solo carecían de posesiones materiales, sino que también estaban privados de apoyo social y de defensa en la comunidad. En un mundo que fácilmente dejaba atrás a los más frágiles, el mensaje de este Salmo es revolucionario: Dios no es indiferente, Él escucha sus súplicas y se convierte en su ayuda.

Hoy, este versículo nos habla directamente, recordándonos que Dios sigue atento a cada corazón que sufre, a cada alma que clama en su soledad. Él es un Dios que no abandona, especialmente a los que no tienen quien los ayude. Nos invita a confiar en Su promesa de auxilio, entendiendo que, en medio de nuestras dificultades, tenemos una mano amiga y un refugio seguro en Él. Es una llamada a la esperanza en que Su amor nos sostiene, incluso cuando sentimos que hemos perdido el apoyo humano.

Para ilustrarlo, recuerda la historia de un anciano que vivía solo en una aldea lejana. Este hombre, al que pocos conocían, sobrevivía con lo poco que tenía. Un día, en medio de una fuerte tormenta, la única vía que conectaba su casa con el pueblo fue bloqueada. El anciano, sin medios para comunicarse y sin alguien a quien acudir, pensó que ese era su fin. Pero, inesperadamente, una pareja de desconocidos que pasaba por la zona lo vio desde lejos y acudió en su auxilio, trayendo comida y ayudándolo a despejar el camino. Para el anciano, fue un milagro; sintió que Dios había enviado ayuda cuando no había nadie más.

Hoy, tú también puedes ser la mano de Dios para alguien que lo necesite. Cuando veas a alguien en necesidad, acércate con una actitud de ayuda y generosidad, porque quizás en ese acto sencillo estés cumpliendo la promesa divina de ayuda y sostén. Y si eres tú quien se encuentra necesitado, no pierdas la esperanza: Dios no olvida a los suyos, y Su auxilio puede venir de maneras inesperadas.

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