Salmos
1
Dios Habla Hoy (DHH)
Felicidad verdadera
1 Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni va por el camino de los pecadores,
ni hace causa común con los que se burlan de Dios,
2 sino que pone su amor en la ley del Señor
y en ella medita noche y día.
3 Ese hombre es como un árbol
plantado a la orilla de un río,
que da su fruto a su tiempo
y jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo lo que hace, le sale bien!
que no sigue el consejo de los malvados,
ni va por el camino de los pecadores,
ni hace causa común con los que se burlan de Dios,
2 sino que pone su amor en la ley del Señor
y en ella medita noche y día.
3 Ese hombre es como un árbol
plantado a la orilla de un río,
que da su fruto a su tiempo
y jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo lo que hace, le sale bien!
4 Con los malvados no pasa lo mismo,
pues son como paja que se lleva el viento.
5 Por eso los malvados caerán bajo el juicio de Dios
y no tendrán parte en la comunidad de los justos.
6 El Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malos lleva al desastre.
pues son como paja que se lleva el viento.
5 Por eso los malvados caerán bajo el juicio de Dios
y no tendrán parte en la comunidad de los justos.
6 El Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malos lleva al desastre.
***
En cierta
ocasión, leí a un autor que definía bellamente lo que significaba “meditar”. En su texto, lanzaba algunas preguntas, ¿sabes
lo que significa estar preocupado? ¿Pones tu atención e interés en un problema?
Entonces ya sabes lo que significa “meditar”.
En sentido
práctico, “meditar” significa traer a la mente durante varios momentos del día,
una idea acerca de un texto de la Palabra de Dios. Tomo unos minutos en la
mañana para tomar alguna cita bíblica de las lecturas que propone la Iglesia
(del Evangelio preferiblemente, o alguna carta apostólica de San Pablo) y
procuro traerla en mi mente durante varios espacios del día. Si no tengo
tiempo, procuro que sean pequeños momentos durante la mañana y la tarde.
Y es que la
promesa de éste Salmo es bastante inquietante. Si meditamos en la Palabra de
Dios, seremos como árboles que crecen cerca a un río, es decir, en todo momento
seremos nutridos. Y aunque no se nos prometa éxito inmediato, sí nos dice que daremos
fruto a su debido tiempo (en los tiempos del Señor). El salmista nos dice “jamás
te marchitarás”, aquel que medita la Palabra de Dios, ¡todo lo que haga le saldrá bien!
¿Habitúas
tu orar con la Palabra de Dios? ¿Constantemente meditas en lo que el Señor nos
ha dicho? Si quieres reclamar esta promesa deberás aumentar tu tiempo de
cercanía a la Palabra de Dios.
Te invito
hoy, a hacerte merecedor de una promesa maravillosa de Dios: todo lo que hagas te saldrá bien. La
única forma alcanzar éxito según los criterios de Dios, es permitir su guía y
orientación constantes.
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