jueves, 28 de febrero de 2013

¿QUÉ DICE LA PALABRA FRENTE A LA FAMILIA DEL QUE SIGUE A JESÚS?


TEXTO BÍBLICO: "Cree en el Señor Jesús, y obtendrás la salvación tú y tu familia" Hechos 16,31

REFLEXIÓN. Quiero compartirte hoy una promesa del Señor. Y ésta promesa, tiene que ver, en primer lugar, con "creer" en Jesús. En días anteriores hemos compartido y reflexionado en lo que eso significa. Creer abrirá las puertas de salvación para nuestros hogares. No se dice en la Palabra de Dios: "cree y tú serás salvo"... se nos dice que nuestra fe permitirá ver salvada a nuestra familia. 

Lo que sucede a menudo, es que ignoramos el sentido real de éstas palabras. Pensamos también, que la salvación vendrá "por" nosotros. No es esto lo que dice el texto. La salvación vendrá por "Dios mismo". 

Cuando oramos por la conversión de nuestra familia, podemos tender a desanimarnos. Una clásica historia de la oración que lleva a la conversión familiar es la historia de Santa Mónica y San Agustín (ver aquí historia completa). Santa Mónica oró durante más de 20 años por la conversión de su hijo. Sin embargo, si analizamos con detenimiento la historia, notaremos que no sólo con oración fue alcanzada la santificación de su hijo: también pasó mucho tiempo con él, dialogando y mostrándole su amor y cariño.

Quizá lo que el Señor nos pide, no es solamente oración por nuestra familia, sino que cuando creemos en Él, estamos reflejando todo su amor a los nuestros, y eso por sí solo, mueve a conversión. Si quieres la salvación para tu familia, Cree en Jesús, es decir, actúa como Él actuaría y verás como Su Amor, se te sale por los poros, transformando a los Tuyos, sin ningún esfuerzo ni "cantaleta". 

TAREA DEL DÍA: Para este día te proponemos que lleves a cabo un encuentro familiar. Apaga la televisión, el radio y en un momento del día o de la noche, disfruta de la compañía de los tuyos. Ámalos, porque amándolos, estás creyendo en la Palabra de Dios. 

OREMOS JUNTOS: Dios Nuestro, que amas la inocencia y la devuelves a quienes la han perdido, atrae hacia ti nuestros corazones, para que, inflamados por el fuego de tu espíritu, permanezcamos firmes en la fe y seamos diligentes para hacer el bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén. 

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